La actividad fue organizada por la Universidad Sergio Arboleda de Colombia y transmitida por Facebook Live.
El director del Instituto de Humanidades, Guido Larson, fue invitado por la Escuela de Comunicación Social, Periodismo y Psicología de la universidad Sergio Arboleda (Colombia) para analizar las protestas sociales internacionales del último año.
Su exposición comenzó con los sucesos ocurridos desde 2019 en El Líbano, Hong Kong, Ecuador, Francia, Cataluña, Chile y, por último, Estados Unidos con las manifestaciones en contra del racismo.
¿Qué tienen en común? Todas comenzaron con hechos gatillantes. En orden: pago por el uso de WhatsApp, ley de extradición, incremento en el impuesto de la gasolina, declaración de culpabilidad de los líderes catalanes, alza en el precio del metro y, por último, el asesinato del afroamericano George Floyd.
Paralelo a ello, expuso ciertos indicadores como el PIB de cada país, el GINI –que mide el grado de inequidad de las sociedades-, estudios de Harvard sobre datos de protestas sociales en el mundo, y encuestas de satisfacción y felicidad que tienen los habitantes. Concluyó que cada uno funciona como un “indicador agregado, pues el problema es la falta de análisis que se le dan a esos datos”.
También repasó algunas teorías que explican el fenómeno de las manifestaciones, argumentando que éstas derivan principalmente de situaciones de inequidad, asociadas a ingresos, distribución de riquezas, accesos, entre otras; corrupción y abusos de poder a nivel político, empresarial o del Estado; libertades políticas, por ejemplo, de expresión, opinión, de prensa, incluso a manifestarse; y las expectativas de la gente.
En cuanto a hechos de violencia como el lanzamiento de bombas molotov y la destrucción de propiedad pública y privada, Larson explicó que “no es idéntica dependiendo de quién la ocupe” y la clasificó en: oportunista, por agravios, como un impulso irracional, y táctico, es decir, ejecutada por grupos organizados que saben su objetivo.
Para finalizar, recalcó la importancia de usar datos empíricos y que la discusión debe ser entorno a cómo las sociedades se distinguen entre los contenidos de las protestas y las condiciones estructurales que las causan.
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