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Cuarta sesión del seminario El amor y sus metáforas: ¿Qué se ama cuando se ama?

Plenitud y agonía del eros: la estética del amor en Bergman y Godard

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El miércoles 27 de septiembre, tuvo lugar la última sesión del seminario organizado por el Instituto de Humanidades de la Universidad del Desarrollo, “El amor y sus metáforas: ¿qué se ama cuando se ama?” En la ocasión, Gabriela Gateño, profesora de literatura, presentó su clase sobre la visión del amor en las películas de dos eminentes realizadores, buscando definir si el amor es una metáfora y tratando de encontrar su esencia y significado.

Fue un cierre magistral y bastante conmovedor que se dio al seminario, el cual probablemente se profundizará más en otra oportunidad, debido a la demanda y al interés del público. La profesora inició la sesión refiriéndose a la clase anterior, en la cual Armando Roa, Director del Instituto de Humanidades, citó al ilustre poeta Ezra Pound: “Sólo lo que amas de verdad permanece; el resto es escoria. Sólo lo que amas de verdad no te será despojado; en ello radica tu verdadera herencia.” Gabriela Gateño contestó entonces, citando al poeta Rainer Maria Rilke: “El amor es permanecer.” Pero, no solamente trató de indagar la definición, o una definición del amor, sino que explicó que su clase era un intento de analizar y legitimar o no, las distintas expresiones del amor que se dan en la sociedad actual. A través de una mirada cinematográfica, examinó algunas de las amplias distinciones que adquiere el amor y expuso casos en los cuales, según ella, se hace un mal uso de esta palabra que parece ser tan enigmática y trascendental.

En la primera parte, la profesora desarrolló su clase en base a dos películas de Bergman (Persona y Saraband), con el eje principal del enmascaramiento y de la alteridad. Efectivamente, se comentó que hoy en día es difícil ver a la persona tal como es, dado que existe este conflicto entre máscara o mentira y la esencia de la persona, lo cual genera una gran fragilidad de los vínculos entre los seres. No ver al otro verdaderamente, impide amarlo porque nadie y nada puede ser amado sinceramente si no muestra su real naturaleza. Para ilustrar sus comentarios, Gabriela Gateño dejó ver escenas de las películas, explicando el contexto y el porqué de su elección. En la primera que pudo apreciar el público, se veía una señora en una cama de hospital, sin ningún diálogo sino que un silencio finalmente roto por la música de Bach. Más que la actriz en sí, lo que se vio fue su rostro en primer plano, lo que resalta la importancia de la idea de enmascaramiento y de alteridad ya que, como lo visto en las otras sesiones de este seminario, la experiencia del amor tiene que pasar por la alteridad y por la vista. Se habló también del profundo silencio que se da a lo largo de la secuencia analizada: “El silencio como muerte del lenguaje, como muerte del amor.” Pero con la música utilizada por Bergman como aparato emotivo, esta que logra decir lo inefable, la escena se eleva y uno empatiza con el personaje. La profesora precisó entonces: “Cantar es ser y sólo donde uno puede ser, puede permanecer.”, recordando lo que citó al introducir la sesión.

En la segunda escena observada, sacada de la última película del realizador, Saraband (2003), se vio una conversación entre un padre y su hijo, la cual al estudiarla, permitió reflexionar aún más sobre la temática de la alteridad. En efecto, frente a este pasaje, tristemente cruel, que muestra una relación odiosa entre padre-hijo, un progenitor que pretende negar la existencia de su descendencia, la profesora afirmó que era la forma más brutal de atacar a la alteridad, es anulando al otro. Gateño se refirió al filósofo coreano Byung-Chul Han, autor de La Agonía del Eros, que define el hecho de anular al otro como la agonía del amor, la agonía del eros. Luego, agregó: “Es dramático que el otro desaparezca, la experiencia del amor está entonces en crisis, peor aún, está exterminada.” Por cierto, se confirmó esta visión y la importancia de lo que es mirar al otro en la tercera secuencia mostrada, sacada de la misma película que la precedente. Una madre cuenta a la cámara que fue a ver a su hija internada en un sanatorio, precisando: “Miré a mi hija por primera vez.” En ese entonces es que la hija, sentada en su cama y encerrada en su locura, siente la mano de su madre en su rostro y abre los ojos por primera vez también, tal como si apenas empezara a vivir o renacía, lo cual nos enseña efectivamente, la importancia de los lazos y vínculos humanos.

En la segunda parte de su clase, Gabriela Gateño se basó en la película Elogio del amor (2001), del realizador Jean-Luc Godard, uno de los miembros más influyentes de la nouvelle vague francesa. Especificó que había elegido a estos dos realizadores porque ambos son existencialistas y en búsqueda de la historia pero, al contrario de Bergman, Godard además busca la humanidad y dado que el amor es “lo más profundo planteado en la búsqueda universal” según la profesora, Elogio del amor vendría a ser una de sus obras más importantes. En dicha película, se reflejan cuatro etapas del amor: el encuentro, la pasión física, la separación y el reencuentro, a través de la muestra de una serie de personajes que comparten su dolor así como su amor. La profesora precisó que el realizador francés es un gran crítico de la industria cinematográfica de Hollywood porque para él, las historias no están a la venta, así como tampoco el amor. En la secuencia estudiada, se nota un intento de entender al amor y a la humanidad, vía una yuxtaposición de imágenes y diálogos. De repente, durante la escena visualizada, se escucha un personaje citar a San Augustin: “La medida del amor es amar sin medida.” Es probablemente por eso que, según Rainer Maria Rilke: “El amor entre los seres humanos es lo más difícil.”

La profesora, a través de sus explicaciones y exposición de sus ideas logró, gracias a una afectividad y una dulzura visiblemente preciada, generar un ambiente muy favorable e intensamente conmovedor para compartir las experiencias de todos. Por lo tanto, para darle termino al seminario, Gabriela Gateño abrió un espacio para establecer diálogos, invitando a cada uno a dar cuenta de sus opiniones, reflexiones y sensaciones en cuanto al recorrido que se hizo en conjunto a lo largo del seminario, con el fin de saber cómo el público había vivido la experiencia de la búsqueda del sentido del amor. Armando Roa, inició la conversación insistiendo sobre la importancia del rostro y la mirada: “En la sociedad actual, nos encontramos con máscaras la mayoría de las veces” y con este engaño, no puede nacer un amor auténtico, es más, agregó que: “Hoy los contactos reales parecen reemplazado por el contacto virtual. Las redes sociales han generado un narcisismo tremendo.” Visión que no compartió la profesora: “La tecnología minimiza el contacto y en sí, la experiencia, pero finalmente sólo agrava un abismo, un vacío que ya existía.” Respecto a las redes sociales, una alumna, estudiante de la Universidad del Desarrollo explicó que para ella, no se ocupan exclusivamente en un ejercicio de narcisismo o vanidad, sino que muchos están pidiendo ser amados, aprobados y “seguidos”. Luego, numerosos asistentes al seminario participaron, dando sus puntos de vista, expresando desconcierto o alegría y compartiendo sus experiencias de vida, lo cual dio un tono particularmente emocionante y humano a este momento. Cuando de repente, el mayor de la audiencia comentó de su experiencia, la sala completa se conmocionó: “Creo que en la vida, de alguna manera, el hombre está hecho para amar. Yo quiero dedicar mi vida a amar más y mejor. Pienso que todos los dramas o problemas que tienen lugar hoy, existen por desamor. Él que sabe amar no tiene tragedia.” Con fuertes aplausos se terminó entonces la sesión.