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Pedro Vicuña da nueva vida a «Las Suplicantes», de Eurípides

El director, dramaturgo y profesor de Instituto de Humanidades tradujo la obra desde el griego clásico al español.

Pedro Vicuña

Entrevista a Pedro Vicuña quien a principios de noviembre del 2013, se publicó  «Las Suplicantes» de Eurípides, traducida desde el griego al español por el director, actor teatral y profesor del Magíster en Humanidades y Pensamiento Científico UDD, Pedro Vicuña, publicada por Hueders Ediciones.

La obra además fue presentada y estrenada en teatro en septiembre del 2013.

1. ¿De dónde viene la pasión por traducir del griego?

Las circunstancias de la vida me llevaron desde mis diecisiete años de edad a vivir en Grecia, estudié teatro allí y me incorporé a la vida cultural estudiantil en torno a la poesía, fundamentalmente –aparte del teatro, lógicamente – y a la literatura en general. Tuve la suerte de desarrollar una profunda amistad con poetas importantes en el concierto literario griego como Odysseas Elytis, Nikitas Randos (seudónimo de Nikolaos Kalas), Titos Patrikios y muchos otros.
Entonces, como esa poesía abrió universos insospechados para mí, traté de hacerla sonar en el idioma de mi infancia, de experimentar si la potencia de las imágenes creadas por esos autores, o el sustento filosófico de algunos versos o poemas enteros, podían mantenerse y sostenerse en una lengua que no fuera aquella que les dio la forma y la semántica primera. Así surgieron las primeras traducciones, me di cuenta que era posible que una lengua joven, como es el castellano, diera abrigo y sostén a ideas y sensaciones que nacían en una lengua que se reivindicaba como de tres mil quinientos años de vida. Busqué denodadamente el modo de hacer que palabras que venían desde los tiempos de Homero, cargadas de historia y de múltiples significados, encontraran algún equivalente en el castellano. Algo en mi pretendía encontrar un signo primigenio que fuera común a todas las lenguas, que fuera algo así como la primera señal del deslumbramiento que produce la certeza y extrañeza, a la vez, de saberse vivo.
Me parece que el griego es un idioma que dada su larga vida ha logrado hacerse de una infinidad de sutilezas en la comprensión del mundo que, de la misma manera que lo intenté con la poesía contemporánea, podría intentarlo con el griego clásico, que al decir del poeta Elytis no es sino una parte de la misma lengua.

2. ¿Cuál es para ti el rol fundamental y desafíos de traducir?

Creo que la traducción es importante porque cada lengua implica una manera de enfrentarse al mundo, un modo de aproximación al fenómeno de la comprensión que difiere –tanto si se trata de una lengua próxima como el italiano o el francés o de una lengua más lejana en el sentido de la familiaridad en sus orígenes, como el danés o el magyar – a veces radicalmente y otras de manera muy sutil. De manera que creo que la traducción persigue el poder dar con una ventana que nos permita encontrar, desde nuestra lengua, con su modo peculiar de aproximarse a la realidad y, por tanto, de interpretar el mundo, la magia del modo de aproximación a esa misma realidad desde la otra manera que implica la otra lengua –quizás – de interpretar el cosmos. Es en ese sentido que se plantea el mayor desafío de la traducción: cómo acercar el mundo del otro, que es visto desde una historia lingüística distinta, desde una experiencia sensorial distinta, a las experiencias propias de la lengua que uno habla y en la que uno vive, sin tergiversar el texto original y digo tergiversar, también, en el sentido de lo que podríamos llamar –al modo de la música – los armónicos de cada palabra; es decir sin traicionar el universo de reminiscencias que una palabra trae en el idioma original al momento de verterla a nuestra propia lengua. Eso, las más de las veces, se presenta como un imposible ontológico, de modo que el gran desafío es poder salvar ese obstáculo de la manera más fiel posible al espíritu o la intención del original.

3. ¿Para qué y por qué “Las Suplicantes” y no otro texto?

Las Suplicantes de Eurípides, es una obra compleja, no en lo que se refiere a la trama que, en una primera lectura, resulta muy sencilla y lineal –como lo es el común de las tragedias griegas clásicas – sino en los diversos conceptos que están en juego a lo largo de la obra y que son el referente permanente o, más bien, el marco dentro del cual se desarrollan las acciones simples que conforman la trama.

La obra trata de un episodio mítico de la historia de Grecia, pero a la vez recurrente en la historia de la humanidad: la decisión de un vencedor de no entregar los cadáveres de los vencidos para que de ese modo no tengan sepultura y honores fúnebres y la lucha de los deudos por recuperar los cuerpos y darles la debida sepultura y los honores fúnebres. Este modo de actuar de quien ha vencido lo encontramos en Antígona, pero también se insinúa en el maltrato que Aquiles da al cuerpo de Héctor, para referirnos a algo más conocido.

La acción de negar la sepultura, y esto es lo importante, corresponde a una determinada concepción del bien y del mal, no sólo en términos de la conducta personal de los “héroes”, sino, de manera principal, en términos del bien o del mal para la ciudad, para el colectivo de ciudadanos. La pregunta que se plantea, entonces, es ¿hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría? ¿los que no piensan como yo, (el gobernante que ha conquistado el poder) pierden su calidad de seres humanos? Esa inquietud es la que consideramos vigente al momento de decidir montar esta tragedia y, además, publicarla. Nuestro país sigue en deuda con las familias de los detenidos desaparecidos, hubo una política de estado –estado gobernado por un poder militar que subvirtió un orden constitucional – y consideró a sus adversarios como indignos de recibir el trato humano de una sepultura, concibió que era necesario borrar las huellas de su existencia. Y eso a partir de una concepción de la verdad como un algo absoluto. La necesidad, pues de montar esta tragedia, tiene que ver con el querer poner a los ciudadanos de este país a reflexionar sobre ese tema.

4. ¿Cuáles fueron las similitudes que encontraste en el texto con nuestra idiosincrasia, nuestra realidad y cómo fue trabajarlo desde la dirección teatral?

Creo que las similitudes se dan, más que en el caso específico de lo chileno, con las actitudes de los seres humanos en general. La historia más reciente de nuestro país se vio determinada por quienes tuvieron la idea de que ser distinto no sólo no era bueno sino debía ser eliminado de raíz, como un cáncer. Pero eso ha sido una tónica en la historia de la humanidad, especialmente en los totalitarismos del siglo veinte. La negación de la calidad de humano al que no está absolutamente de acuerdo con el que detenta el poder.

5. ¿Cómo se trabajó la imagen del coro del teatro griego? ¿Por qué y cómo fue el proceso?

Pregunta de difícil respuesta. Partimos de la concepción de que el coro es una reunión de individualidades en pos de un mismo fin, por lo tanto actúan en grupo, se mueven de manera colectiva, pero cada una de las integrantes es una persona individual, que incluso manifiesta sus inquietudes y sus pareceres, dentro del grupo, muchas veces divergiendo de las otras. En la lectura y traducción pude apreciar que los textos del coro tenían partes que parecían contradecirse, eso me condujo a imaginar que hablaban a veces todas juntas, pero otras veces como individuos distintos. Tampoco quise hacer una imagen estereotipada de lo griego, en primer lugar porque nadie sabe, exactamente, cómo eran las representaciones ni de qué manera el coro interactuaba con los personajes. Lo importante es rescatar que se trata de un personaje colectivo y no de un solo personaje representado por varios actores. De acuerdo a lo que se puede colegir, se trata de individuos que hablan sobre la situación que están viviendo del mismo modo en que lo harían los ciudadanos en las asambleas de la ekklesia del demos o en el ágora.

6. Luego de dos mil quinientos años desde la escritura de este magnífico texto, puedes decir ¿en qué hemos avanzado como sociedad?

Creo que hemos avanzado mucho en términos tecnológicos, pero en términos de los modos de convivencia social, de organización equitativa del conjunto social en lo relativo a la repartición de los bienes, la comprensión del entorno inmediato –social y natural – y la capacidad de contener los impulsos autodestructivos de la especie, más bien hemos retrocedido. Toda la construcción del pensamiento griego durante el siglo V a. de C., a mi entender, apunta a comprender el funcionamiento de la naturaleza, sus leyes, sus posibilidades de ser transformada en equilibrio con el conjunto del cosmos, con el fin de armonizar a la especie humana y su ímpetu de dominación con la realidad de la naturaleza, de entender los reales límites de la naturaleza humana y de la naturaleza de las cosas. El sueño antropocéntrico y dominador absoluto, desarrollado desde la vanidad imperial romana, ha tendido a destruir o menoscabar esa forma de mirar el cosmos y aunque se recupera, en cierta medida durante el Renacimiento y –en parte – durante la ilustración, finalmente ha terminado dominando y todos sueñan, al igual que en la cartoon de Pinky y Cerebro, en conquistar el mundo para provecho propio. Sí, creo que el avance es sólo aparente.

7. ¿Cuál es para ti el rol del Arte en general y a través de esta traducción y montaje de la obra cómo has aportado en ello?

Es muy difícil contestar esa pregunta, pero me parece que el Arte tiene la gracia de poder dar cuenta del mundo desde el universo de lo sensorial más que desde el ámbito de la razón. Hacer una obra de arte tiene, para mí, la finalidad de mostrar una arista de la realidad que normalmente no vemos porque no la hemos mirado, quizás, desde ese ángulo que el artista cree haber descubierto. Más allá de la perogrullada de que se trata de una manera de comunicar lo que me parece importante es que, siguiendo a Fischer, pueda dar con ese signo en el que la tribu reconoce una universalidad que le había pasado desapercibida y que le conduce a encontrar soluciones a los enigmas vitales de maneras más creativas. No creo que se trate de la mera exposición del universo interno del creador, creo más bien que se trata de la resonancia de “algo que está en el aire.” En ese sentido, la elección de la obra pasa por la casi certeza de que la negación de las atrocidades cometidas por el régimen de facto, significa la incubación de una insanía social que sólo nos puede llevar a la catástrofe. Así me parece que poner sobre el tapete de la discusión el asunto de los cientos de insepultos que aún quedan, producto de la tiranía, nos obliga a acercarnos, en cierta medida, a los horrores de nuestra historia y nos debiera empujar a querer resolverlos.

8. ¿Cuándo fue publicado el libro y dónde lo podemos encontrar?

El libro fue publicado a principios del noviembre de este año 2013 y se puede encontrar en las librerías Ulises, Takk, Casa del Libro y supongo que en varias más.